lunes, 17 de noviembre de 2014

Intentando entender...

Una buena taza de café caliente y un paquete de tabaco, todo  apunta a que esto será otra de esas muchas noches en las que el insomnio se hace más patente que nunca, otra noche más frente al ordenador con esta página del blog en blanco donde plasmar aquello que en ocasiones no tengo el valor de decir.

Y es que sinceramente son estas noches las que más odio, pues el silencio de la oscuridad siempre viene acompañado de miles de preguntas a las que no consigo encontrar respuestas, no por lo menos aquellas que a mi parecer puedan ser convincentes. Odio las incógnitas y todo aquello que se me escapa de las manos, siempre intento buscar un por qué a cada cosa y por eso en ocasiones llego a sentirme  frustrado e incluso malhumorado. 

Para algunas personas no soy mas que aquel triste payaso que hace tiempo plasmaba en uno de mis mini relatos, para otras personas no soy más que el amigo que está cuando el resto ya se ha marchado, y para muchas otras personas solo soy aquel pobre infeliz que oculta su dolor detrás de cada sonrisa. El caso es que por unas cosas u otras siempre tengo algo rondando por esta tormentosa cabeza que nunca se cansa de darle vueltas a las mismas preguntas, y créanme cuando les digo, que es algo realmente agotador.




Necesito empezar a cerrar etapas del pasado, porque solo de esta manera podré empezar a vivir el presente y aceptar que el futuro es tan incierto como inseguro.

Empezar a entender que la vida es mucho más sencilla y simple si aceptamos las cosas tal y como vienen, y que una mala racha no es el fin de algo, sino el principio de una nueva etapa.

Que es necesario caer una y otra para aprender por nosotros mismo que en esta vida nadie nos regalara nada, sino que debemos de estar en una lucha constante por conseguir nuestras metas. 


Que los "para siempre" tienen fecha de caducidad y que un solo segundo puede parecer eterno.

Que cada cosa que hacemos tiene su eco, tanto en positivo como en negativo.

Y es que cuando pensamos que lo sabemos todo, nos damos cuenta de que en realidad no sabemos nada, que nos encontramos en un aprendizaje constante, que quienes nos juzgan no tienen, en ocasiones, ni piedad ni escrúpulos.



Al fin y al cabo, nadie nos dijo que la vida fuera fácil.